"Bogotá sin Trata", campaña que, a través de tomas del espacio público y estrategias pedagógicas, informa sobre el delito de trata de personas
A los 21 años Marcela Loaiza fue llevada con falsas promesas a Japón para ser explotada sexualmente. Durante 18 meses tuvo que soportar la violencia sexual y psicológica que sobre ella ejercían sus clientes, su proxeneta y los integrantes de la mafia Yakusa que la “compraron” para prostituirla en las calles de Tokio. Sin hablar inglés ni japonés, Marcela logró escapar y volver a Colombia y ahora 15 años después de haber vivido esta pesadilla, en el marco del 30 de julio, Día Internacional en Contra de la Trata de Personas, cuenta su historia como sobreviviente de este delito.
“Usted va a ser bailarina en el extranjero” fue la promesa con la que Marcela aceptó viajar y con la que creyó que podría sacar adelante a su hija y a su familia. Días después, en un país desconocido y lejos de su natal Pereira, se dio cuenta de que la realidad era distinta y fue obligada a prostituirse para pagar una deuda de 50.000 dólares que no debía, pero que había adquirido una vez aterrizó. Ella era una mercancía y por más de un año fue tratada como tal.
Como Marcela, muchas personas en Colombia y en el mundo son víctimas de trata de personas, un delito considerado como una de las peores violaciones a los derechos humanos, pues desconoce la dignidad humana, despojando de su autonomía y libertades fundamentales a las víctimas. Bogotá, como destino aspiracional de mujeres rurales y urbanas de otras ciudades, es escenario de origen, tránsito y destino de personas, siendo las localidades de Santa Fe, Suba, Ciudad Bolívar, San Cristóbal, Chapinero y Kennedy las que manifiestan factores de riesgo comunes que propician este flagelo.
Y aunque la prostitución ajena y otras formas de explotación sexual son las más reconocidas dentro del delito, existen otras modalidades de trata que pueden darse al interior del país o fuera de él. Matrimonio servil, explotación de la mendicidad ajena, servidumbre, turismo sexual, trabajos forzados, extracción de órganos y esclavitud son también finalidades de la trata de personas que, aunque no las reconozcamos, están latentes y dejan marcas de por vida en las víctimas; en palabras de Marcela “Ser víctima de trata de personas es como tener un tatuaje en el alma, nadie lo puede ver, pero estará ahí para siempre”.
Para combatir este delito y con el fin de sensibilizar a la ciudadanía, la Administración Distrital lanzó, el pasado 31 de julio, la campaña “Hagamos un trato: Bogotá sin trata”, iniciativa liderada por la Secretaría de Gobierno –SDG-, con el acompañamiento de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito –UNODC- y de los demás sectores que integran, entre ellos la Secretaría Distrital de la Mujer –SDMujer-, el Comité Distrital de la Lucha Contra la Trata de Personas.
La campaña busca informar a los habitantes de Bogotá, a través de tomas del espacio público y estrategias pedagógicas, sobre las modalidades del delito. Asimismo, al dar a conocer el delito a través de cajas en el espacio público que hacen alusión a la comercialización de personas, reitera el acompañamiento, asistencia y protección a las víctimas; y la persecución a los delincuentes para que sean judicializados y condenados.
La Secretaría Distrital de la Mujer, además de centrar su aporte para la realización de “Bogotá sin Trata” en la importancia de partir de los enfoques de género, diferencial y de derechos de las mujeres, se une a esta campaña haciendo un llamado a las víctimas para que reciban ayuda psicosocial y jurídica, en las Casas de igualdad de Oportunidades para las Mujeres de las 20 localidades de Bogotá, a través de la Línea Púrpura 018000112137 y de la línea de atención que ha dispuesto el Distrito 3503085507, sin necesidad de hacer una denuncia previa. Asimismo, reconoce que todas y todos somos claves en el proceso de denuncia para frenar la cadena delictiva y evitar que otras mujeres, como Marcela, sean víctimas de trata de personas.